La Unción del Espíritu Santo
Introducción
Muchas personas desean la unción para su vida, pero no saben como adquirirla ni para que sirve. Dios nos enseña en las Escrituras sobre este tema y lo que El busca en sus hijos para darles de Su precioso Espíritu.
LA UNCIÓN REQUIERE HUMILDAD
En 2 Reyes capítulo 2 leemos la historia de Elías y Eliseo, cuando éste último iba a ser arrebatado al cielo por el Señor. Eliseo siguió y sirvió a Elías hasta el fin, y antes de ser llevado al cielo, Elías le preguntó: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti.” Y Eliseo le respondió: “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí.”
Muchas personas desean la unción para su vida, pero no saben como adquirirla ni para que sirve. Dios nos enseña en las Escrituras sobre este tema y lo que El busca en sus hijos para darles de Su precioso Espíritu.
LA UNCIÓN REQUIERE HUMILDAD
En 2 Reyes capítulo 2 leemos la historia de Elías y Eliseo, cuando éste último iba a ser arrebatado al cielo por el Señor. Eliseo siguió y sirvió a Elías hasta el fin, y antes de ser llevado al cielo, Elías le preguntó: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti.” Y Eliseo le respondió: “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí.”
“El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Yahveh, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.” (2 Reyes 2.9-14)
La unción requiere humildad. Eliseo no tenía temor de imitar a Elías, sino que fue lo suficientemente humilde para aprender de su maestro y pedir un doble porción de la unción de Elías. Como es el maestro, así es el discípulo. Tú debes tener la humildad de imitar a tu líder si es necesario. Eliseo golpeó las aguas del río Jordán de la misma manera que lo hizo Elías, y después resucitó a un muerto usando hasta el mismo método.
Es por esto que Dios usa a unas personas más que a otras: porque son lo suficientemente humildes para aprender de otros. En esa humildad que tenía Eliseo, vino a reposar el poder de Dios para hacer el doble de milagros que Elías hizo.
ALZANDO EL MANTO
La Biblia dice que Eliseo alzó el manto de Elías. Dios no va a ungir a nadie que no es capaz de agacharse o postrarse para recoger el manto que otro dejó tirado.
Cuando Elías tiró el manto, Eliseo tuvo la humildad de recogerlo, inclinándose para tomar lo que otro había tirado. No puedes caminar con la unción de Dios con orgullo en tu corazón. Por eso Dios se va a encargar de levantar gente que te humille para que tu carne sea eliminada y puedas recibir la unción del Espíritu. La unción reside en los que están muertos al “yo”.
Cuando Eliseo levantó el manto se fue inmediatamente al Jordán a hacer un milagro. Jordán era la frontera con la tierra de las promesas. El maestro Elías le enseñó para qué era el manto: para hacer milagros, no para jactarse del poder del mismo.
La unción no se vende; Dios la da gratuitamente a quien El quiere y a quien la pida. Dios conoce las intenciones del corazón, y no la va a dar a alguien quien la busque para engrandecerse o jactarse él mismo. La unción tampoco es para hacer una denominación alrededor de ella ni para crear divisiones en la iglesia entre los que hablan en lenguas y los que no, los que tienen el gozo del Espíritu y los que no.
La unción es para predicar el evangelio a un mundo perdido sin Cristo y para que a través de los milagros que ella haga se testifique que Cristo salva y sana.
ADMINISTRANDO LA UNCIÓN
Esta historia de Elías y Eliseo es figura de Jesús y la iglesia. Cuando Elías es traspuesto, dejó tirado el manto para Eliseo, que es figura de los discípulos que quieren la unción. Cuando Jesús sube al cielo, les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta que bajara poder del cielo, es decir el manto.
Jesús quería que con la misma unción del Espíritu con la que El fue investido fuéramos ungidos nosotros, pues El dijo que haríamos mayores cosas de las que El hizo. “En verdad, en verdad os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14,12
La fe es imprescindible para fluir en la unción. Ésta se hará evidente a medida que tú lo creas. La misma unción que está sobre el Pastor está sobre ti, pero la expresión de ella sobre tu vida es directamente proporcional a tu fe. No depende de cuánto tú conoces o sabes de la Palabra, sino de cuánto tú crees en lo que has aprendido. Esta es la batalla de la fe.
Jesús citó la fe y demandó fe de todo aquel que quiera ser su discípulo. Predicó muchas veces diciendo “el que creyere...”, pues Dios ha preparado bendiciones especiales para el que cree.
Cuando Eliseo tomó el manto, no se distrajo en el camino y ni presumió por tenerlo. Se fue directamente al Jordán a hacer milagros. Ve y usa la unción para lo que Dios la dejó: bendecir a otros a través de la salvación y los milagros. La unción te va a servir para que, cuando prediques la gente se convierta, para sanar enfermos, para vendar corazones quebrantados y para todo lo que Dios ha deseado. Así lo dice en las escrituras:
“El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido. Se les llamará robles de justicia, plantación de Yahveh para manifestar su gloria.” Isaías 61, 1-3
La unción es para servir, nunca para engrandecerte. Quien se engrandece por la unción le pasará como a Simón el Mago, quien quiso comprarla para hacerse grande y famoso en el pueblo. Por lo tanto, fue revelado su corazón y cayó en amargura.
Dios conoce las intenciones del corazón de cada uno y dará a cada uno como El crea. Debes examinar tu propio corazón para ver por qué quieres la unción.
Conclusión
Sí tú tienes la unción, ve y haz lo que Dios te ha mandado a hacer. Si tú lo crees, las señales que Jesús habló te seguirán a dondequiera que vayas.