Retiro conociendo al Espiritu Santo Viento y Fuego

Retiro conociendo al Espiritu Santo Viento y Fuego
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Jesús está Vivo. Testimonio de Padre Tardif

Jesús está Vivo. Testimonio de Padre Tardif
En 1973, yo era provincial de mi Congregación, Misioneros del Sagrado Corazón, en República Dominicana. Había trabajado demasiado, abusando de mi salud en los 16 años que tenía como misionero en el país. Pasé mucho tiempo en actividades materiales, construyendo iglesias, edificando seminarios, centros de promoción humana, de catequesis, etc. Siempre estaba buscando dinero para edificar casas y para dar alimento a nuestros seminaristas. El Señor me permitió vivir todo ese activismo y, por el exceso de trabajo, caí enfermo. El 14 de junio de ese año en una asamblea del Movimiento Familiar Cristiano me sentí mal, muy mal. Tuvieron que llevarme inmediatamente al Centro Médico Nacional. Estaba tan grave que pensaba que no podría pasar la noche. Creí realmente que me iba a morir pronto. Muchas veces había meditado sobre la muerte y predicado sobre ella, pero nunca había hecho el ensayo de morirme, y esto no me gustó. Los médicos me hicieron análisis muy detenidos, detectándome tuberculosis pulmonar aguda.

Al ver que estaba tan enfermo pensé volver a mi país, Quebec, Canadá, donde nací y vive mi familia. Pero estaba tan delicado que no podía hacerlo entonces. Tuve que esperar quince días bajo tratamientos con recostituyentes, para realizar el viaje. En Canadá me internaron en un centro médico especializado donde los médicos me volvieron a examinar, pues querían estar bien seguros de cual era mi enfermedad. El mes de julio se lo pasaron haciendo análisis, biopsia, radiografías, etc. Después de todos estos estudios, confirmaron de manera científica que la tuberculosis pulmonar aguda había lesionado gravemente los dos pulmones. Para animarme un poco me dijeron que tal vez después de un año de tratamiento y reposo podría volver a mi casa. Un día recibí dos visitas muy peculiares. Primero llegó el sacerdote director de RND -Revista "Notre Dame"- quien me pidió permiso de tomarme una fotografía para el artículo: "Cómo Vivir con su Enfermedad". Aún él se despedía cuando entraron cinco seglares de un grupo de oración de la Renovación Carismática. En República Dominicana me había burlado mucho de la Renovación Carismática, afirmando que América Latina no necesitaba don de lenguas sino promoción humana, y ahora ellos venían a orar desinteresadamente por mí.

Estas visitas tenían dos enfoques totalmente diferentes; el primero para aceptar la enfermedad. El segundo para recobrar la salud. Como sacerdote misionero pensé que no era edificante rechazar la oración. Pero, sinceramente, la acepté más por educación que por convicción. No creía que una simple oración pudiera conseguirme la salud. Ellos me dijeron muy convencidos:-Vamos a hacer lo que dice el Evangelio: "Impondrán las manos sobre los enfermos y éstos quedarán sanos". Así que oraremos y el Señor te va a sanar. Acto seguido se acercaron todos a la mecedora donde yo estaba sentado y me impusieron las manos. Yo nunca había visto algo semejante y no me gustó. Me sentí ridículo debajo de sus manos y me daba pena con la gente que pasaba afuera y se asomaba por la puerta que se había quedado abierta. Entonces interrumpí la oración y les propuse:-Si quieren, vamos a cerrar la puerta...-Sí padre, cómo no... -respondieron-.Cerraron la puerta, pero ya Jesús había entrado.Durante la oración yo sentí un fuerte calor en mis pulmones. Pensé que era otro ataque de tuberculosis y que me iba a morir. Pero era el calor del amor de Jesús que me estaba tocando y sanando mis pulmones enfermos. Durante la oración hubo una profecía. El Señor me decía. "Yo haré de ti un testigo de mi amor". Jesús vivo estaba dando vida, no sólo s mis pulmones sino a mi sacerdocio y a todo mi ser. A los tres o cuatro días me sentía perfectamente bien. Tenía apetito dormía bien y no había dolor alguno. Los médicos estaban preparados para comenzar inmediatamente el tratamiento. Sin embargo , ningún medicamento les respondía de acuerdo a mi supuesta enfermedad. Entonces mandaron traer unas inyecciones especiales para gentes cuyo organismo no es normal, pero tampoco hubo reacción alguna. Yo me sentía bien y quería regresar a casa, pero ellos me obligaron a pasar el mes de agosto en el hospital buscando por todos lados la tuberculosis que se les había escapado y no podían encontrar. Al final del mes, después de muchos experimentos el médico responsable me dijo:-Padre, vuelva a su casa. Usted está perfectamente, pero esto va en contra de todas nuestras teorías médicas. No sabemos lo que ha pasado.Luego encogiendo los hombros, añadió:-Padre, usted es un caso único en este hospital.-En mi congregación también -le respondí riendo-.Salí del hospital sin recetas, medicinas ni cuidados especiales. Me fui a casa pesando sólo 110 libras (50 kilos). El hospital que me iba a curar de tuberculosis me estaba matando de hambre. Quince días después apareció el número 8 de la Revista "Notre Dame". En la página cinco estaba mi fotografía del hospital: sentado en la célebre mecedora, con sondas, cara triste y mirada pensativa. Debajo de la fotografía decía: "El enfermo debe aprender a vivir con su enfermedad, acostumbrarse a las alusiones veladas, a las preguntas indiscretas... y a los amigos que ya no volverán a mirarlo de la misma manera". Pero mi salud echó a perder su número. El Señor me había sanado. Mi fe era muy pequeña, tal vez del tamaño de un grano de mostaza, pero Dios era tan grande que no había dependido de mi pequeñez. Así es nuestro Dios, Si estuviera condicionado a nosotros, no sería Dios. De esa manera yo recibí en carne propia la primera y fundamental enseñanza para el ministerio de curación: El Señor nos sana con la fe que tenemos. No nos pide más, solo eso.El 15 de septiembre asistí a la primera reunión de oración carismática de mi vida. Ni sabía lo que era eso, pero fui, puesto que me había curado y las personas que habían orado por mí me pidieron que diera el testimonio de mi sanación. Comencé a trabajar un poco ese mes de septiembre y le escribí a mi superior para que el año que yo debía estar hospitalizado me permitiera pasarlo estudiando la Renovación Carismática en Canadá y Estados Unidos. Me dio permiso y fui a los centros más importantes de Quebec, Pittsburg, Notre Dame y Arizona. Recuerdo que estaba en los Ángeles celebrando misa con mi sobrina y un amigo. Después de leer el Evangelio en francés quise comentarlo, pero pasó algo muy curioso: sentí como que la mejilla se me adormecía y comencé a hablar algo que no entendía. No era ni francés, ni inglés, ni español. Cuando terminé de hablar, exclamé sorprendido:-No me digan que voy a recibir el don de lenguas...-Eso es lo que tú ya recibiste, tío -respondió mi sobrina-. Tú estabas hablando en lenguas.Tanto que yo me había burlado del don de lenguas y el Señor me lo regaló en el momento en que iba a predicar. Así descubrí ese don tan hermoso del Señor.

Tomado de: "Jesús está vivo". Emiliano Tardif y José H. Prado Flores, Publicaciones Kerygma

La Esencia de Pentecostés. por: Padre Salvador Carrillo Alday

La Esencia de Pentecostés.
por: Padre Salvador Carrillo Alday

Según las fuentes bíblicas ¿de dónde nos viene el Espíritu Santo? Nos viene a través de Jesús. Pero ¿de qué Jesús?. Y esto es lo interesante, lo hermoso. En Juan 16,7 Jesús dijo: "Les conviene que yo me vaya. Si yo no me voy, el Espíritu Santo no vendrá a ustedes, pero si Yo me voy, Yo se lo enviaré".

Y antes (en Juan 7, 39) comenta el evangelista: "Y esto lo decía del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en El porque todavía no había Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado".

Qué palabra tan extraña: "Todavía no había Espíritu porque Jesús todavía no había sido glorificado". Jesús necesita terminar su carrera mesiánica, recibir después de su resurrección el gran título de ser el Mesías, el Salvador, el Señor, para después poder dar el Espíritu Santo.

En Hechos 2,33 está escondido este texto importante en la Cristología, en el que se dice primero: "A Jesús, Dios lo ha resucitado". Segundo: "Y habiendo sido exaltado a la diestra del Padre". Tercero: "Y habiendo recibido El, el Espíritu Santo".

Jesús recibe como un regalo de Dios en su naturaleza humana glorificada, el Espíritu Santo y una vez lleno Jesús del Espíritu Santo, lo derrama el día de Pentecostés, y nace la Iglesia.
Gracias del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es el DON DE DIOS, don del Padre, que nos da a Cristo glorificado como fruto de toda su carrera mesiánica. El Espíritu Santo nos viene de Jesús. De aquí la frase hermosa, muchas veces falsamente comprendida, muy superficialmente entendida: "Ser bautizados en el Espíritu Santo".

Dice Juan 1,33: "El es Jesús, el que bautiza con Espíritu Santo". Juan Bautista bautizó con agua, echando agua, dando agua; pero Jesús, lleno del Espíritu Santo, el Mesías glorificado, es el que bautiza con Espíritu Santo, derrama Espíritu Santo, da Espíritu Santo y este derramamiento que hace, es lo que llamamos: "Ser bautizados en el Espíritu Santo por Jesús".

Es una gracia para el mundo entero que Jesús glorificado nos baña, nos bautiza con su Espíritu. No estamos hablando del Sacramento del Bautismo; de ninguna manera, sino de esa continua efusión del Espíritu Santo que requiere, que necesita la Iglesia.

Necesitamos urgentemente que cada uno de nosotros sea bautizado por Jesús en el Espíritu Santo todos los días de la vida. No tengamos miedo. Muchas veces, teológicamente nos confundimos. "¿cómo ser bautizados con Espíritu Santo? ¿Qué significa?" No es el Sacramento del Bautismo recibido una vez haciéndonos hijos de Dios que ni en el infierno podemos perder lo que somos. El sello de haber recibido el Sacramento del Bautismo, no se perderá jamás. Se trata de las efusiones del Espíritu Santo que necesita la Iglesia y que necesitamos nosotros para realizar nuestra misión.

Decimos que ya recibimos el bautismo. Hermano, sé humilde: Jesús lo recibió en la Encarnación y lo recibió en plenitud y el Espíritu Santo hizo la unión hipostática y lo hizo Santo, radicalmente Santo, Santísimo. Y Jesús no obstante eso, recibió el Espíritu Santo nuevamente. No porque no lo tuviera, pero lo revivió nuevamente en el Jordán para poder realizar la misión que en El debía comenzar, la proclamación del Reino de Dios en el mundo. ¡Y Jesús siendo el Hijo de Dios, siendo el Mesías! Sin embargo, recibe el Espíritu Santo que le comunica carismas para realizar su misión.

Y los apóstoles de seguro que habían recibido Espíritu Santo la tarde de la resurrección cuando Jesús sopla sobre ellos y les dice recibid el Espíritu Santo. Sin embargo, necesitaban otra efusión del Espíritu diferente y esa es la de Pentecostés, mediante la cual, ellos estarían en condiciones como estuvo Jesús en el Jordán.

El bautismo en el Espíritu Santo de Pentecostés es para los apóstoles análogo al bautismo de Jesús en el Jordán.

Jesús recibe el Espíritu Santo para realizar su gran misión evangelizadora. Los apóstoles reciben el bautismo en el Espíritu Santo para poder también llevar el Evangelio hasta el último rincón de la tierra.

El Espíritu Santo siempre trae verdades a nosotros. El Espíritu Santo tiene más imaginación de lo que pensamos y, si nosotros recibimos el bautismo del Espíritu Santo el mundo cambiará y nosotros cambiaremos

Encuentro con Jesús.

"Recibid el Espíritu Santo" (Juan 20,22). ¿Qué fue lo que obró en ellos? Inmediatamente obró en ellos un encuentro diferente con Jesús.

Habían tenido contacto y encuentros con Jesús muchas veces en su vida. Pero tuvieron un encuentro fuerte y más profundo con "Jesús plenamente glorificado", un encuentro personal con El.

El Papa Juan Pablo II ha repetido: "Es necesario tener un encuentro vivo y palpitante con el Señor". Y el Espíritu Santo lo primero que hace cuando viene es propiciar un encuentro nuevo con Cristo. Y de ahí nacen tantísimos testimonios de: "Yo encontré al Señor" o "el Señor me encontró" "¡Ah! Pero si ya estaba bautizado". "Ya estás confirmado". "¿Cuántas comuniones ha hecho en la vida?" "¿Eres Obispo?" "Y ahora que has tenido un encuentro nuevo con el Señor. ¡Pues así es!"

¡Qué diéramos nosotros porque nos concediera hoy, mañana, pasado mañana, ese encuentro diferente con un Cristo vivo, todo misericordia, todo compasión, todo amor! ¡Porque a nosotros nos ama entrañablemente!

La Transformación Interior.

El encuentro nuevo con Cristo inmediatamente produce una transformación interior de la persona que es muy dolorosa. Siendo una gracia de Dios muy grande, la transformación interior es muy dolorosa, porque cambiar de vida siempre duele. Y al cambio profundo de vida uno le tiene pavor. "¿Cómo, a estas alturas, puede cambiar la conducta profunda de mi vida? Mi experiencia personal, mis gustos, mis pecados, el estado de felicidad querida por mí, pero dañosa para mí. ¿Cómo deshacerme de eso? Imposible". Pero si dejamos que el Espíritu Santo haga la operación, que haga la cirugía de primer grado, el beneficio será una liberación total como nunca la habíamos tenido y una liberación radical. Es el cambio de vida que vale la pena.

Según la terminología del profeta Ezequiel 36, 26-27: "Os daré un corazón nuevo, un Espíritu nuevo, os quitaré el corazón de carne, y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros mi Espíritu para que cumpláis mis mandamientos".

Los efectos de un bautismo en el Espíritu Santo son grandiosos.

¿Cuántas veces comulgamos en la vida? El regalo máximo que Jesús hace en una comunión es darnos y bautizarnos con el Espíritu Santo. Si Jesús nos da muchas cosas y muchas gracias en la comunión, la máxima gracia es comunicarnos el Espíritu Santo, bautizarnos con el Espíritu Santo, si es que no nos ponemos impermeables.

Una nueva lectura de la Palabra de Dios.

Los apóstoles el día de Pentecostés recibieron el Espíritu Santo una gracia muy particular y comenzaron una nueva lectura de la Palabra de Dios. Una lectura hasta ese momento desconocida para ellos. Tal vez algunos ni siquiera leían la Palabra de Dios; pero sí la leyeron el día de Pentecostés. El Espíritu Santo les comunicó una manera nueva de leer la Palabra de Dios. Les dio un carisma de leer la Palabra de Dios con anteojos pascuales, con anteojos de Cristo.
No hay ningún libro donde podamos conocer mejor a Jesús, que en Los cuatro Evangelios escritos par el mismo Espíritu Santo.

Los Carismas.

Fue un enriquecimiento de carismas para construir la Iglesia. Los carismas son dones del Espíritu de Dios en orden a la construcción de la Iglesia. Y su lista no tiene fin. Si nosotros recogiéramos los carismas de los que habla el Testamento, encontraríamos una lista de 30 ó 40. Pero los carismas del Espíritu Santo no se limitan a este número. El Espíritu Santo da y dio a los apóstoles ante todo los grandes carismas en sus mentes para comprender a Jesús y para comprender el Evangelio.

¡Qué diéramos nosotros para que el Espíritu Santo iluminara nuestra mente para llevar el Evangelio a todas las personas que dependen de nosotros! Palabra de conocimiento, palabra de sabiduría y discernimiento. Y luego otros grandes carismas; sobre todo, el gran carisma de la evangelización.

El Espíritu Santo cambia y transforma al hombre quien no puede callar el testimonio que debe dar de Jesús. La Iglesia de hay debe ser una Iglesia evangelizadora. Y el Evangelio, la Buena Nueva, con letras mayúsculas no es una cosa, no son realidades, es una persona, el Evangelio con "E" mayúscula es la persona de Cristo.

No nos cansemos de evangelizar y una vez que hayamos evangelizado y proclamado al Señor hagamos también muchas otras cosas. Pero el tema céntrico de la evangelización es la proclamación de quién es el Señor Jesús.

Todos los carismas del Espíritu Santo son un regalo. No me limito al don de lenguas, al don de visiones, al don de profecías, sino que quiero subrayar toda la gama de carismas del Espíritu, que se requiere para construir la Iglesia.

Pasar la antorcha encendida. por: Padre Salvador Carrillo Alday

Pasar la antorcha encendida.
por: Padre Salvador Carrillo Alday

Introducción


En el mes de agosto de 1966, hace 30 años, comenzaba la gestación de la Renovación carismática, que vio la luz del día en febrero del año siguiente 1967. La Renovación estalló como un relámpago en un día claro de primavera. Nadie la esperaba.

Fue una novedad que produjo impactos contrarios: admiración o escándalo, sospecha o apertura, atractivo o rechazo. ¿Qué novedad era aquélla? ¿Cómo era posible que, al orar, la gente aplaudiera, se riera, llorara, cerrara los ojos, levantara las manos, e inclusive danzara? ¡Y la aparición de ciertos carismas extraordinarios hasta entonces, por no decir exóticos: el don de lenguas, el de profecía, el de sanación, el de liberación! ¿Cómo era posible todo eso en la Iglesia Católica? ¿No se tratará más bien de infiltraciones protestantes? Y debemos decir que, en algunas partes, todavía se tienen hasta el presente estas mismas impresiones.

Sin embargo, desde entonces la Renovación carismática católica es, en el mundo y en la Iglesia, como "una antorcha encendida" por el fuego del Espíritu Santo, en el seno mismo de la Iglesia.

Y hasta el día de hoy, podemos decir que la Renovación, a nivel internacional, continúa siendo fuerte y vigorosa y va en aumento, sobre todo en las naciones pobres, llamadas del tercer mundo.

La "antorcha encendida" es, pues, "el don de la Renovación" que Dios ha hecho a la Iglesia en el úlfimo tercio del siglo XX, como un fruto -entre otros muchos- del Concilio Vaticano II. Recordemos que el Concilio tuvo como objetivo renovar la Iglesia y ponerla al día, en la coyuntura de un mundo nuevo, de una nueva cultura emergente, del mundo de la post-modernidad en el cual ya estamos sumergidos: tiempo dramático, a la vez que entusiasmante, que se ha interpretado como final de una era cultural y alumbramiento glorioso de una nueva civilización, que se anhela de justicia, de solidaridad y de amor.

El Espíritu Santo, principio vital de esa renovación.

El alma o principio vital de esa renovación de la Iglesia es el Espíritu Santo. Enseña, en efecto, el mismo Concilio en la Constitución Lumen Gentium n.4:

· "El Espíritu Santo habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1Co 3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm 8,15-16 y 26).

Guía la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16,13), la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos, y la embellece con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1Co 12,4; Ca 5,22).

Con la fuerza del Evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo.

En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven! (cf. Ap 22,17)".

El movimiento o corriente de gracia que llamamos "Renovación", suscitada por el mismo Espíritu Santo, es uno de esos dones carismáticos que embellecen a la Iglesia y la rejuvenecen y la renuevan.

Ahora bien, para pasar una "antorcha encendida" es necesario: primero haberla recibido y haberla conservado.

No podemos pasar adelante algo que no tenemos, que no hemos guardado y conservado, o que eventualmente hemos perdido.

I. Y ¿CUÁL ES ESA ANTORCHA?

Es la Renovación carismática en la Iglesia Católica, y en América Latina, y hoy.

1.La Renovación carismática en la Iglesia Católica.

a) La Renovación carismática no es ni el pentecostalismo clásico, nacido a principios del siglo XX; ni una renovación a mi modo o a nuestro modo. La verdadera antorcha es la Renovación tal como Dios la hizo nacer en la Iglesia Católica, para renovar la Iglesia y transformar el mundo. A este propósito, S.S. Pablo VI dijo, en aquel memorable Pentecostés de 1965: "Esta Renovación espiritual es una "suerte" para la Iglesia y para el mundo. Y en este caso, ¿cómo no adoptar todos los medios para que continúe siéndolo?"

b) ¿A dónde acudir para encontrar la "identidad" de la Renovación?

1. Además de recordar los porqués y la manera como quiso Dios suscitar la Renovación carismática en 1967, hay que acudir a las fuentes de nuestra doctrina católica, esto es:

a) A lo que los Sumos Pontífices (Pablo VI y Juan Pablo II) han dicho acerca de la RC.
b) A lo que nuestros Obispos a nivel nacional o diocesano nos han enseñado.
c) Al Documento del Pontificio Consejo para los Laicos del 14 de septiembre de 1993.

A la luz de todo lo anterior, debemos también recordar cuándo y cómo nació la Renovación carismática en nuestro país, cómo la recibimos, cómo la hemos vivido, cómo la hemos purificado y cómo la hemos enriquecido; pues dice la Escritura en el libro del Eclesiastés: "El hombre no llega a descubrir de principio a fin la obra que Dios ha hecho" (Ec 3,11).

2. Hay que tener siempre presente que en su núcleo más profundo y en su esencia más auténtica la Renovación Carismática es "un Pentecostés perenne y actual", es "un Pentecostés HOY" para la Iglesia, y para el mundo, para nosotros y para mí.

Ante todo, es indispensable poner de relieve y destacar todos aquellos elementos que integran lo que es la Renovación carismática y constituyen su riqueza. No podemos dejar de lado ninguno de ellos. Citemos los más relevantes:

1. La Renovación carismática es, ante todo, en la Iglesia, un Pentecostés hoy. Y cada Iglesia particular, cada comunidad de discípulos del Señor. Debe tener su Pentecostés o bautismo en el Espíritu Santo, como sucedió en las primeras comunidades de Jerusalén, Samaria, Cesarea y Éfeso (Hch 2,ls; 8,14-17; 1O,44s; 19,6).

2. El bautismo en el Espíritu Santo. Esta efusión del Espíritu, personalmente querida y ardientemente suplicada, es su centro vital, con sus dos efectos fundamentales y característicos, como son: un encuentro nuevo, vivo y palpitante con Cristo muerto y resucitado; y una apertura total a la persona del Espíritu Santo y a su acción soberana.

3. La formación de comunidades carismáticas. La Renovación carismática no se entiende sin el surgimiento de comunidades eclesiales vivas y renovadas, creaciones del Espíritu.

4. La vida carismática en cada comunidad. Comunidades dinámicas, en las que el Espíritu Santo tenga libertad de derramar toda la gama de sus carismas para bien de la Iglesia y del mundo.

5. El gran anhelo y empuje evangelizador. La Renovación es esencialmente evangelizadora, porque es esencialmente pentecostal, y quiere llevar el testimonio de Jesús hasta el último rincón de la tierra; debe ser como un fuego que lo abrasa todo, no para consumirlo sino para transformarlo, inyectándole vida nueva.
6. Los carismas propios de una asamblea de oración. La Renovación debe trabajar incansablemente por mantener la naturaleza propia de las asambleas de oración, con su profunda experiencia de Dios y el rico ejercicio de los carismas en la paz, el júbilo y el gozo del Espíritu.

7. Los carismas de servicio o ministerios. La Renovación desea colaborar intensamente en la construcción de una verdadera Iglesia de comunión, participación y solidaridad.

8. La Palabra de Dios en la Renovación carismática. La Palabra de Dios en la Sagrada Escritura es el faro de luz resplandeciente que ilumina la mente y enardece el corazón de la comunidad cristiana.

9. Una intensa vida de oración comunitaria y personal. No habrá auténtica Renovación si no existe una sólida, constante y creciente vida de oración. Jesús de Nazaret debe ser nuestro ejemplo en el contacto diario, íntimo y personal con Dios.

10. La Renovación en el corazón de la Iglesia. A este propósito es necesario ante todo subrayar el lugar que en la Renovación ocupan la S.V. Maria, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, y enseguida la vida sacramentaria y litúrgica, cuya cumbre es la celebración de la Eucaristía, siempre bajo la conducción del Papa y de los Obispos, sucesores de los Apóstoles.

11. La Renovación carismática al servicio de la pastoral diocesana o parroquial. Somos, en efecto, miembros de la Iglesia que es: una, santa, católica y apostólica.

12. La Renovación carismática empeñada en la pastoral social. Los miembros de la Renovación deben interesarse más y más por colaborar, a la medida de su situación personal y comunitaria en la solución de los grandes problemas de un mundo necesitado de amor, de justicia y de paz.

13. La renovación carismática abierta a un sano ecumenismo. El cual no consiste en un irenismo fácil sino en un compromiso serio y decidido, según las directivas de la Santa Sede y de las Iglesias particulares.

Ante el espléndido panorama de lo que es la Renovación carismática, en toda su amplitud y riqueza, es bueno recordar y aplicar la exhortación de san Pablo a Timoteo: "Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros" (2Tm 1,14).

2. América Latina.
Nuestra Renovación carismática debe ser concreta y situada en la realidad. Por tanto, no podemos abstraer, ni nos podemos dispensar de reflexionar acerca de las realidades en que vive México y los países de América Latina. Somos un subcontinente sembrado de grandes problemas espirituales y materiales. Ante todo, las necesidades urgentísimas de la nueva evangelización o de la reevangelización de nuestros pueblos; y luego, los ingentes problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos, que a las veces nos agobian.

La Renovación carismática debe trabajar y desarrollarse según las prioridades y necesidades concretas de mi país, de mi diócesis, de mi parroquia, de mi comunidad. Por esta razón, lo debemos proclamar enfáticamente, los documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo deben ser una luz poderosa que nos muestre claramente el sendero certero por donde debemos caminar. La Renovación debe estar en el centro de las grandes preocupaciones de nuestra Iglesia latinoamericana.

3.Hoy.
Se trata del momento actual: no del pasado, sino del día de "hoy", en vistas al futuro próximo y remoto. El "hoy" es un "kairós" de Dios, es decir, un tiempo particular en la historia de nuestra salvación, es una hora providencial. Hay que aprovecharlo. San Pablo escribía a los corintios: "Mirad, ahora es el momento favorable; mirad, ahora es el día de salvación" (2Co 6,2).

Por esa razón, la Renovación carismática ha recibido con los brazos abiertos y desea comprometerse en las iniciativas que el Santo Padre presenta en su Carta "Tertio millennio adveniente". Es un programa bien definido por el que la Renovación carismática debe caminar en los próximos cuatro años (1997-2000). Se ha dicho que la Renovación está en el corazón de la Iglesia; pues bien, debe en consecuencia secundar los deseos e iniciativas de la misma Iglesia, gobernada por el Santo Padre, Vicario de Cristo.

Y así, nos complace recordar que el próximo año 1997 estará dedicado a dar a conocer más y más a Jesucristo, y a reflexionar sobre la virtud de la fe y sobre el bautismo. El año 1998 estará consagrado a conocer al Espíritu Santo, y a profundizar sobre la esperanza y la confirmación. El año 1999 se reflexionará sobre Dios-Padre, la virtud del amor y el sacramento de la reconciliación. El Papa espera que las naciones ricas dispensen la deuda externa que sofoca y paraliza a los países pobres. Y finalmente el año 2000, año del gran Jubileo, será señalado por un himno de glorificación a la Trinidad de Dios, por un extraordinario culto a Jesús en la Eucaristía, y por una oración vibrante en favor de la unidad de todos los cristianos.

Además, la Renovación se quiere solidarizar fuertemente con el trabajo que realizará en 1998, la "Asamblea Especial del Sínodo de Obispos para América", cuyo tema fijado por el Santo Padre es: "Un encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América" (1996).

II. LA ANTORCHA "ENCENDIDA".

A los 25 años del nacimiento de la Renovación debemos pasar la antorcha bien "encendida". No se trata de una antorcha que ya se está apagando, ni de una antorcha que sólo parezca tizón humeante, menos aún de una antorcha ya apagada. Hay que pasar la 'antorcha encendida y ardiente con la luz del Padre, con el resplandor de Cristo, con el fuego del Espíritu Santo'.
La Escritura dice acerca del Padre: "Dios es Luz y en él no hay tinieblas" (1 Jn 1,5); "Todo don perfecto viene de lo Alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de rotación" (St 1,17).

Y de Cristo Jesús afirma la Biblia: "El es el resplandor de la gloria de Dios e impronta de su sustancia" (Hb 1,3). Y el mismo Jesús exclamó: "Yo soy la luz del mundo, el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12).

En cuanto al Espíritu Santo, la Escritura lo pone de manifiesto en el fuego de Pentecostés, que desciende y se posa sobre cada uno de los discípulos a la manera de lenguas como de fuego, y los llena y los hace hablar a su impulso divino y soberano (Hch 2,1-4). De él, Jesús había dicho: "He venido a arrojar fuego sobre la tierra y cuánto desearía que ya estuviera encendido!" (Lc 12,49). La Liturgia, por su parte, implora al Espíritu Santo, cantando con júbilo:
Ven, Espíritu Santo!
Llena los corazones de tus fieles
y en enciende en ellos el fuego de tu amor".
"¡Envíanos del cielo un rayo de tu luz!" "¡Ven, Luz de los corazones!"
"O Lux beatíssima":
¡llena lo más íntimo de nuestros corazones!"
Por nuestra parte, Jesús decía a sus discípulos: "Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cumbre de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,14-16).
"¡Pasar la antorcha encendida!" Esta es la entusiasmante misión que nos corresponde a los que hemos sido llamados a trabajar en esta Renovación de la Iglesia en el Espíritu Santo.
III. REINFLAMAR EL CARISMA DE DIOS.

Ante esta perspectiva, ¿qué debemos hacer? Viene espontáneamente a nuestra memoria la exhortación del Apóstol a su discípulo Timoteo: "Te recomiendo que reinflames el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de templanza" (2Tm 1,6-7). Permítanme hacer algunas reflexiones sobre este texto capital en la Renovación carismática.

Timoteo es un hombre de fe. Su trayectoria cristiana es límpida. El Apóstol puede poner en él su confianza y le puede hablar con libertad. En 1Tm 4,14 lo exhortaba a "no descuidar el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética, mediante la imposición de las manos del presbiterio". Ahora, el Apóstol alude a esa misma escena. El mismo estuvo presente y le impuso las manos. A través de ese gesto, Timoteo recibió "el carisma de Dios".

Ese carisma no fue una gracia transitoria, sino un don permanente. Siendo así, Pablo le puede escribir: "Te recuerdo que REINFLAMES el carisma de Dios que está en ti". El verbo griego es muy expresivo: significa "re-animar el fuego, dar nueva vida al fuego para que suba y continúe ardiendo, atizar la hoguera". Aplicado a su carisma, Timoteo debe re-novar, re-avivar, hacer que de nuevo sea llama, el don que le ha sido comunicado por el Espíritu Santo, autor de los carismas, simbolizado por el fuego (Hch 2,3; 1Ts 5,19). Su carisma no debe quedar sofocado por las cenizas.
El don de Dios no sólo no cancela sino que exige y urge la cooperación del hombre. Los carismas no destruyen al ser humano, ni lo mueven como a instrumento inanimado, sino que obran en él y a través de él, conservando éste todo el ejercicio de su libertad, pero poniendo todo el esfuerzo de su cooperación personal.

Un don de Dios no aniquila, antes bien perfecciona la naturaleza humana. El cristiano tiene que avivar, reavivar, reinflamar constantemente los dones que gratuitamente Dios ha puesto en él. Insistamos: el carisma no basta; se requiere necesariamente la cooperación humana personal. Un carisma que no se usa, que no se ejercita, corre el peligro de perderse, desaparecer y morir. Es como aquel talento de la parábola de Jesús, que, al no haber producido frutos, fue recogido por el amo (cf. Mt 25,14-30; Lc 19,11-27).

En seguida san Pablo descubre algunas de las riquezas que encierra el carisma de Dios recibido por Timoteo para servir a la Iglesia. Será una invitación para que nosotros hagamos lo mismo. Los carismas y los ministerios son manifestaciones del Espíritu (1Co 12,4-11). Pues bien, el Espíritu Santo, al otorgar su carisma, no puede comunicar "un espíritu de temor", de timidez, de pusilanimidad o de impotencia en el ministerio. Al contrario, el Espíritu da:

-"Un espíritu de fuerza, de fortaleza": pneuma dynameos. La fuerza es una característica primordial de la donación del Espíritu de Jesús (Lc 24,49; Hch 1,8). El Espíritu, siendo la Fuerza de lo Alto, comunica naturalmente fuerza y poder. Jesús fue un profeta ungido con el Espíritu Santo y con poder (Hch 10,38). Los Apóstoles proclamaron el Evangelio no sólo con la palabra, sino con audacia, seguridad, atrevimiento, confianza, osadía ("parresía") y con manifestaciones de poder (lTs 1,5; 2Co 12,12; Ca 3,5). Timoteo, heredero de ese "espíritu de fuerza", debe ejercer su ministerio con toda seguridad, como sus antepasados (Hch 4,3.31; 9,27-28; 13,46; 14,3; 18,26; 26,26; 28,31).

-"Un espíritu de amor" pneuma agápes. Cuando el Espíritu Santo es dado a todo cristiano derrama en su corazón el amor de Dios (Rm 5,5). ¡Cuánto más lo hará a todo miembro de la Renovación que, cada quien a su manera, debe representar a Cristo en su comunidad! El Espíritu le comunicará el carisma por excelencia, "el amor-caridad" (1Co 13), que le permitirá echar fuera todo temor (1Jn 4,18), y lo hará capaz hasta de dar hasta la vida, si fuere necesario (Jn 10,11; 15,13).

-"Un espíritu de dominio propio" [...]. El equilibrio, la moderación, la templanza, el dominio de sí mismo, tan necesario para una persona que sirve a los demás, es un tema característico de las epístolas Pastorales (1Tm 3,2; Tt 1,8; 2,2.12). Esta virtud, tan elogiada ya por los filósofos griegos, no puede ser sólo una adquisición de meros esfuerzos humanos, sino una gracia de Dios, un don más del Espíritu Santo..

Conclusión

La "antorcha" es la Renovación carismática en nuestras manos. La "antorcha encendida", es la Renovación ardiendo con el entusiasmo y el fuego del Espíritu Santo.
¡Animo, pues! Mantengamos en toda su identidad y su riqueza la Renovación carismática que recibimos un día como un gran regalo de Dios en nuestra vida; reavivemos en nosotros la llama de ese don divino; y pasemos a las generaciones nuevas la antorcha de la Renovación fulgurando con la luz del Padre, con el resplandor de Cristo y con el fuego del Espíritu Santo.

Un testimonio sobre el poder de la intercesión. por: Rev. P. Darío Betancourt

Un testimonio sobre el poder de la intercesión.
por: Padre Darío Betancourt
Con la experiencia que tengo puedo decir que la oración de intercesión, es quizás una de las oraciones mas fuertes y poderosas que el cristiano tiene, si fuéramos a dar testimonios de la oración de intercesión, no acabaríamos. Yo quisiera comenzar citando a nuestro Señor en el evangelio de san Juan capítulo 17, versículo 9 dice así el Señor: "Padre yo te ruego por ellos, yo no te ruego por los que son del mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos." Yo me figuro al Señor Jesús orando y diciendo "por estos Padre, por estos yo te pido", y si leemos que pide, son tantas las peticiones que Jesús hizo al Padre, que nos debe de llenar de una profunda paz. Pero hay un texto para mí, yo no diría mas fuerte porque es el mismo Jesús, este texto está en el evangelio de san Lucas capitulo 22 versículo 31-32, "Simón, Simón, Satanás ha solicitado el poder de cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca.

Yo acostumbro a decir cuando les hablo a sacerdotes y a religiosas, que puede ser que a veces estemos cargados de amarguras, de tristezas y desilusión, que Jesús de Nazaret oró por ti con tu nombre y tu apellido para que tú, no desfallezcas.

Desde hace dos mil años el le dijo al Padre: " Padre te pido por Juan, Diego, Pedro, Darío, Tomás y Margarita, por ellos te ruego Padre," y tú y yo, somos uno de ellos. Que tu vida sacerdotal sea de ahora en adelante cada vez mejor, sabiendo que con tus fallos y tus caídas, Jesús oró por ti al Padre, y que gozo debemos de sentir al saber que El pidió por este, por aquel, y por todos los que estamos aquí. Esto es oración de intercesión. Y aún mas, para ustedes los laicos, es muy escaso ver al pueblo de Dios orando por su párroco, no es muy común esto. No hay fruto al criticar, porque no hay fruto en hablar mal de nadie, y si no hay fruto al hablar de un hermano, mucho menos de un sacerdote. ¿Que se saca con estar criticándolo y viéndole sus defectos?. Vete a la Iglesia y siéntate en el primer banco y cuando salga ese sacerdote, tan cansado, aburrido y aburridor, tú comienza tu oración de intercesión, y si tienes el don de lenguas, bombardea a Dios con lenguas en el Espíritu, por tu párroco; va ocurrir una cosa, o dejas tú de orar o el sacerdote deja de ser ese sacerdote aburrido y aburridor por tu oración. Hay que hacer oración de intercesión los padres por los hijos y los hijos por los padres, los parientes unos por otros, a distancia o no, oren a través de las paredes sino pueden acercarse, impongan las manos a través de las paredes.

El padre Yan Bertoluchi vicecanciller de la diócesi de Olbani en New York, tenía un obispo bien fuerte en contra de la renovación, y un día él y el encargado del archivador, se acercaron al escritorio donde recibía a la gente. Tomaron la silla del obispo y los dos impusieron las manos a la silla, y oraron sobre la silla por el obispo. Y por la mañana llega el obispo muy feliz, y decía, "no se que me pasa hoy", hermanos esto es oración de intercesión. En el antiguo testamento leemos que Moisés levantaba los brazos, intercediendo para que los israelitas ganaran la batalla, y cuando estaba cansado y bajaba los brazos, los israelitas perdían, y así intercediendo bajando y subiendo los brazos los israelitas pudieron ganar la batalla. Esta pequeña instrucción yo la voy a respaldar contándoles un accidente que tuve.

Fui invitado hace algunos años por un obispo en la república de Panamá, a predicar en su diócesi, me fui con mi hermana, y otra joven de la comunidad. Llegamos sobre las tres y media de la mañana, cogimos un automóvil hacia la ciudad de Santiago de Veraguas, y yo le pregunté a la señora que nos iba a llevar, "¿usted es capaz de manejar el automóvil a estas horas? ", ella me contestó,"¡Si padre!", "¿ no se dormirá?, ¡no,no!; le contesté ¡OKEY VAMOS!. En la carretera yo me quedé dormido en la parte de atrás, mi hermana que iba en la parte delante también se durmió, la otra joven de mi comunidad al lado izquierdo; y todo lo que yo recuerdo es que sentí algo así como cuando un automóvil, se sale de la carretera y va circulando sobre piedras y recuerdo que dije ¡gloria a Dios no me va a pasar nada!, y ahí se me apagaron las luces, no recuerdo nada más.

De pronto me desperté, era de día estaba tirado en la carretera, y entonces creí que estaba soñando porque alcancé ver como un campo de trigo, y dije: "que raro, estoy soñando que estoy cogiendo trigo, me voy a voltear para el otro lado", y a penas me doy la vuelta y ¡HAY! ¡que dolor tan terrible!, entonces empecé a oír voces, oí a un hombre que decía: Ya montamos las mas graves adelante llevemos a este, si no está muerto; yo abrí los ojos y ellos se dieron cuenta de que estaba vivo, y entonces empecé a pensar en donde estaba y a donde iba, me acordé que iba hacia la ciudad Santiago de Veraguas y mi primer pensamiento fue: Yo no sé quienes serán los graves, yo soy dueño en cierta forma de mi hermana, si se muere es un muerto de la familia, pero Blanca aquella joven, empecé a mirar y la vi tirada en la carretera, con las manos estiradas muy seria, le dije:"Blanca ¿como se siente?,ella me contesta: "muy bien padre gloria a Dios".

Cuando me contestan Gloria a Dios, veo sobre su cabeza como otra cabeza, del golpe, y un hueco por donde le salía sangre, y esta me decía "muy bien padre gloria a Dios". Nos montaron para ir a recibir los primeros auxilios en un pueblecito, yo perdía a veces el conocimiento, estaba a mi lado una persona que se movía coherentemente la miraba pero no la reconocía porque la cabeza era enorme, tenía el limpia parabrisas incrustado en el pómulo derecho de la cara, parecía un cuchillo clavado en su cara, el ojo le colgaba fuera, la parte de la cabeza la tenía desplazada y le salía algo parecido a hígado revuelto con sangre.

Cuando la veía pensaba que estaría muerta, y le grité diciéndole:"Arrepiéntase de sus pecados que la voy a absolver, en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo amén. Se quedó mas tranquila, pero como veía que se movía pensaba yo quién sería el herido. Le miré con mas atención y me di cuenta por el vestido que era mi hermana, y me dije:" Hay se está muriendo mi hermana". y le volví a decir otra vez: "Nena, Nena, te voy a absolver ahora de nuevo, arrepiéntete otra vez", y le absolví mas consciente. Ella se movía, yo la miraba y rezaba. Vi que el reloj de oro que ella tenía se le estaba cayendo. Cuando mi madre murió, mi padre le dio a mi hermana el reloj de oro y el anillo de diamante y a mí la pulsera. Yo le vi el diamante y el reloj y dije"Dios mío, en este accidente en que estamos, se pueden llevar el reloj y el diamante". y dije a mi hermana. "Nena, préstame el reloj y el diamante que te lo pueden robar".

Que curioso es el ser humano, en un estado como este pensando en las joyas que se las podían robar. Con mucha dificultad me acerqué hasta ella y cogiéndole la mano le saqué el diamante y el reloj y echandómelos al bolsillo, pensé que no se perderían ni lo robarían. Cuando llegué al primer hospital, me encontré con blanca y la señora que conducía el coche que estaban gritando, " que gozo, gloria al Señor por el accidente, gloria aleluya, te alabaré señor", entonces me uní al coro con ellas, y empecé a alabar al Señor y a cantar, de pronto se acerca un médico diciendo " pero que enfermos mas alegres ", yo le pregunté porque decía eso, y el respondió, " ¿ cómo se les ocurre a ustedes cantar gloria al Señor, y gracias por el accidente?, aquí todo el mundo viene quejándose y diciendo no me toque, tenga cuidado doctor, y ustedes tan felices, yo no he conocido accidentados mas alegres que ustedes, le contesté: " es que el Señor está con nosotros, ¿ el que ?, el Señor está con nosotros, ¡ si ustedes lo dicen así será ¡.

Llevaba yo en un relicario el Santísimo sacramento, el Señor y pegándomelo al pecho le decía: " contigo no me va a pasar nada", se me acerca el médico y me dice " su hermana está muy grave padre ", le dije: " ¿ hasta donde llega la gravedad ?", el me dijo: " bueno sea consciente de que está grave pero con una operación y un poco mas, le dije de nuevo: " usted dígame la verdad y hasta donde llega la gravedad de mi hermana, porque no hay nadie junto con ella quien responda, ni aquí ni en el mundo, yo soy el dueño de ella, y yo tengo que autorizar el entierro, etc, etc. ". Y me dijo: "padre yo creo que no llegará a Panamá, ella morirá, Y le contesté. " aleluya, gloria a Dios. me dice el. ¿ está contento de que se muera?, le contesté: ¡ no, es que ella no se va a morir,mi hermana está ya san ¡. ¿ como que está sana?, se volvió loco dice otro médico. Después de recibir la primera ayuda, íbamos camino de Panamá, mi hermana se agravó, empezó a vomitar sangre por la boca por la nariz y oídos, y el médico le decía al conductor : " acelera chofer que se agravó la señorita, acelera, acelera."

Yo al oír eso, por dentro de mí hacía un acto de fe en que ya estaba sana, pero me venían las luchas, y comencé a hacer mías las promesas del Señor. (san Marcos 11, 24), " crean que ya tienen lo que están pidiendo en oración, y lo obtendrán ", yo decía: " Si Señor, creo que está sana, ya está sana y así será, como y cuando no lo sé, pero está sanando ", me venía también a la memoria ( San Juan 10,10 ), "he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia, (14,12), "el que crea en mí hará lo mismo que yo, y cosas mas grandes que las que he hecho yo. ¡ Señor yo creo que puedo hacer lo mismo y mas grandes ¡. Me venía también el recuerdo cuando murió Lázaro, y cogiendo al Señor le decía: "Lázaro fue mas desafortunado, porque tú no estabas, pero aquí si que estás", entonces con mi mano izquierda tocaba al Señor y con la derecha tocaba a mi hermana como podía, y orando decía al Señor: " Señor tú la estás sanando, yo creo que tu la estás sanando".

Nunca siento nada cuando oro por otros pero ese día la mano se calentó y me temblaba, y le seguía diciendo al Señor: " tu calor sanador divino, Divino Jesús, tu la estás sanando" por otro lado oía decir "corre que se muere la señorita", y me venía el diablo con la duda; el hombre que ore dudando, dice Santiago (1-7) no espere nada del Señor, y en Romanos (14- 23) dice el que ora dudando peca, por un lado decía Señor yo creo, y por el otro el demonio me ponía la duda, " se está muriendo". Nosotros tenemos una casita en Nueva York, y según la ley en este estado dice que un soltero que muera sin hacer testamento, queda la casa para el estado, y por dentro de mi me decía: " Con la dificultad que tuvimos para conseguir esta casita, se va a morir mi hermana y me voy a quedar sin casa "; porque no habíamos hecho el testamento, y entonces me venía esta lucha, hice un acto de fe y con los ojos cerrados grité en voz alta: " Diablo de duda te expulso ahora mismo de esta ambulancia, fuera de aquí, dudas fuera ".

Cuando abrí los ojos los dos policías que estaban allí, los médicos y las enfermeras, estaban con la boca abierta. Cuando llegamos a Panamá a la ciudad de Puerto Ventura de Panamá, encontré lo mas hermoso que me podía pasar. Ya había corrido la noticia del accidente por toda la ciudad y mucha gente se había congregado a la puerta del hospital para esperarnos a los accidentados, y me encuentro la juventud de Panamá, los muchachos, las muchachas con guitarras cantando y alabando al señor dándole gloria, unos de rodillas otros de pie, otros con panderetas en una alabanza unánime, a mi dio una alegría inmensa de saber que había un pueblo que creía en el poder de la oración, y un pueblo que en vez de pedir daban gracias al Señor porque estábamos sanos.

Ahora os resumiré como quedamos después del accidente. El automobil se estrelló contra la entrada de un puente, no se porque fue, parece ser que el chofer se durmió y dio varias vueltas quedando al otro lado del puente boca arriba, o sea al revés con las ruedas hacia arriba, yo parece ser que con las vueltas que dio el automobil, quedé incrustado entre la puerta y el marco, me cogió por la mitad me rompió varias costillas, me rajó la oreja y me golpeé en la cabeza. Mi hermana el limpiaparabrisas del automobil le entró por la cara y le atravesó hasta el otro extremo del cráneo, le dañó la mitad de la masa encefálica, le dañó el nervio óptico del ojo derecho, y la rueda delantera del automobil al estrellarse vino hasta el asiento en que ella estaba y le machacó el tobillo del pie derecho, como si le hubieran golpeado con un hacha.

A ella la entraron a operar primero y el médico hizo lo mejor que pudo, el médico de huesos dijo que había que sacarle un hueso de la cadera e injertarlo en el pie para así salvárselo. Pero estaba tan grave que decidieron que no valía la pena operarla para arreglarle el píe, puesto que pensaban que iba a morir, lo único que hicieron desinfectarle la herida y ponerle un vendaje, que mas tarde se le volvió a infectar.

El otro médico el neurólogo, le sacó la mitad de la masa encefálica, le volvió a colocar el ojo, porque aunque se le salió fuera, externamente quedó bueno, pero dañado por dentro, y quedó en coma. Vinieron después de la operación y me dijeron:" padre, ore porque es muy difícil que su hermana pueda vivir". Yo otra vez les respondí: "mi hermana está sana, crean que está sana", yo le decía al Señor " yo te entregué mi padre, te entregué mi madre, (esta murió de cáncer estando yo en la Renovación, lloramos mucho y no se sanó, se sanó con la muerte que es la sanación perfecta, pero no físicamente), pero mi hermana no te la entrego porque mi hermana es para tu gloria, y ahora quiero hacer una pequeña enseñanza, la oración que se hace porque a mí me provee, o me da un beneficio, esa oración es poco oída por Dios, lo digo en mi experiencia, no es palabra de Dios te alabamos Señor, pero la oración que se hace generosa en la que se dice, Señor bendice a este hermano o a esta persona con la bendición que tu quieres, con la que tu sabes que necesita.

Esa oración es muy oída, porque yo no le digo señor, ni sánalo ni no lo sanes, o llévatelo, si no dale la bendición que tu quieres y el Señor se la da. Yo creo que es esta la oración que debemos empujar y enseñar, una oración que sea lo que el Señor quiera para el, no lo que yo quiera,y yo renuncio a esa oración de pedir lo que yo quiera. Yo por mi hermana decía: " señor es tu gloria, no porque sea mi hermana para que quede conmigo, eres Tú aquí bendiciendo a este pueblo, y viéndola veo tu gloria en ella. A mi se me fracturó el pubis la pelvis, todos los huesos de las costillas se partieron se incrustaron contra la vejiga, y le hicieron fístulas, (agujeros).

Estando todo listo para operarme, el médico decidió hacer otras nuevas radiografías, para saber con exactitud donde tenía que operar, eran las terceras radiografías, pero en estas aparecieron los huesos separándose de la vejiga donde estaban incrustados, quedando mas tarde separados por completo y la vejiga completamente sana, sin ningún tipo de fístula. Entonces lo que ellos hicieron es que me colocaron unos pesos en las piernas y me tuvieron colgado durante cuarenta y tres días sin poder moverme. durante ese tiempo me aprendí de memoria todo lo que había por el techo, con el mas mínimo detalle.

En esta situación yo me dije: "lo que es el retiro lo predico aquí en el hospital, si el Señor no me dejó ir allá, me trajo aquí para algo". Entonces un amigo mío sacerdote, me traía la mesita por la mañana y en pijama celebraba la misa todos los días, aún con la fiebre que tenía también predicaba todos los días, venían los enfermos del hospital y yo les decía: "arrepiéntanse de sus pecados vuélvanse a Dios, Dios les ama, Dios los quiere, es el amor, es el Señor, Gloria a Ti" alababa al Señor. Un día una monjita que me cuidaba me dice: "Padre se está muriendo el doctor Shmits y no le han puesto la Unción de los enfermos". y yo le decía: "que puedo hacer yo aquí colgado", era medianoche y no encontraban al capellán, ella me dice : "que tal si yo le llevo en esta cama hasta allá", yo le contesté: "como podrá sacar esta cama por la puerta" y ella dijo: "como entró tiene que salir".

La monjita arrastró la cama y si que salió por la puerta, me llevó por todo el corredor del hospital con pesas y todo, cogimos el ascensor y llegamos donde el doctor, este se estaba muriendo y toda la gente lloraba; como pude le puse la Unción de los enfermos, allí había un grupo de carismáticos y juntos oramos por el en lenguas. Al salir me dice una señora" que es eso que usted estaba diciendo, pss.pss.pss." y le dije :" si usted quiere aprender venga mañana, que comenzaremos un seminario de vida en el Espíritu". Al día siguiente comenzamos el seminario durante siete días de diez a doce, misa, predicación, confesión y con bautismo del Espíritu el octavo día. Era sobre la una de la mañana, la monjita que me cuidaba no hacia otra cosa que dar vueltas alrededor de mi cama, yo me hacía el dormido, cada vez que se me acercaba y me miraba yo cerraba los ojos, cuando se alejaba los abría, hasta que le dije: "oye hermanita, ¿ que pasa ?, y ella me dice: "es que el doctor Shmit despertó", ¿cómo?, el despertó diciendo ¡tengo hambre!, y le llevaron comida y el preguntó ¿que hacen ustedes aquí?, ¡ustedes pensaban que me estaba muriendo y estaba descansando en el Espíritu!. Pues este doctor salió a las dos semanas del hospital curado que yo sepa hasta ahora. En este mismo hospital un joven me contó un caso, estando yo en la sala de urgencias, de lo que el me contó yo no me acuerdo de nada en absoluto puesto que ese día yo estaba inconsciente debido al fuerte golpe de la cabeza y de los medicamentos.

El me contó lo siguiente; el se acercó estando yo en urgencias y yo le hice señas de que entrara y el entró encogiéndose, le pregunté que le pasaba el me dijo: "tengo un tumor en la vejiga y otro en la columna, aparte no puedo orinar, y me van a operar". Yo le hice oración en lenguas, el se fue y se dio cuenta de que caminaba derecho, el mismo se decía: "que raro que camino sin dolor y derecho" se fue al médico y le dijo: " ¡oiga doctor a mi no me duele nada! me contestó que me había pasado, yo le contesté: " fui donde el padre y me entró ganas de orinar porque el me decía ps.ps.ps.". ( era la oración en lenguas). Eso pasó en viernes el médico le dijo de retrasarle la operación porque los tumores no estaban. A los quince días vino a verme a preguntarme quién era Jesús, saben este muchacho era un budista, en Panamá hay una colonia de ellos, el creció budista pero el vino a preguntarme de Jesús, el feliz de la vida y yo encantado, le hable de Jesús de Nazaret, lo lindo de Jesús de Nazaret, le dejé una Biblia y se fue. Al día siguiente viene y empezó a contarme una cantidad de cosas de los Evangelios, que me quedé admirado, se había estado el resto del día y la noche leyendo la Biblia y se la había aprendido casi de memoria, el me decía: " Aquí dice que hay que ser bautizado y el que se bautice y crea se salvará, y el que no crea se condenará, ¡yo quiero salvarme! ¿ que he de hacer?. le contesté: ¿crees en el Señor Jesús?, me dijo que sí, ¿le pides perdón de tus pecados? , me dijo sí, le dije: " ¡acérquese ¡, me acerqué como pude al lavabo, abrí el grifo y empecé a echarle agua a la cabeza diciendo: " yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo del espíritu Santo " , y lo bauticé,

Le llegó la noticia al general Torrijos de lo que pasaba en el Hospital, el era presidente de Panamá, su hermana estaba coja, y vino una noche a que orara por ella, yo les dije a los carismáticos que siempre se mantenían a mi lado: " oremos por ella", le impusimos las manos y ella que tenía las piernas tiesas, se le fueron aflojando, deshinchando, viendo que la faja le estorbaba le dije que fuera al baño y se la quitara y que probara de caminar, ella se la quitó y salió del baño caminando muy derecha, ¡ Hay padre bendito sea Dios, gloria a Dios ¡. Por la noche a la una de la mañana viene el general Torrijos vestido de paisano y me dice: ¿ que está pasando aquí ?, le dije simplemente: " el Espíritu Santo se está apoderando de Panamá, cuidado que no le tumbe a usted ?, y empecé a hablarle del Señor.

El decía: ¡ que atmósfera se respira de paz, que bien se está aquí !. Yo le dije: " ¿quiere que oremos por usted?, el dijo: "bueno", y le impusimos las manos. Los guardias que lo custodiaban empezaban a mirar por las ventanas, y yo les dije: " ¡Vengan ustedes también, que a ustedes también le sirve, vengan". Al día siguiente me mandó un cheque de 3000 dólares para ayudar a pagar las cuentas del hospital. Hermanos no acabaría de contarles, por la cantidad de cosas maravillosas que nos aconteció. ahora estoy escribiendo un libro titulado " he venido por los enfermos", de trozos de alabanzas. A mí me dijeron que quedaría en silla de ruedas, porqué me afectó a la columna, pero yo tenía la seguridad de que iba a caminar, el médico me preguntaba porqué, y yo le dije: " todavía me quedan muchos países por recorrer, y entre ellos España".

Cuando me quitaron las pesas me pusieron en una silla de ruedas, yo sentía deseos de caminar, el médico me decía que tratara de hacerlo pero no podía, porque hacía 43 días que estaba en la cama, entonces poquito a poquito fui caminando con la ayuda de las muletas, después dejé las muletas y cogí un bastón y en menos de dos meses que ocurrió el accidente estaba caminando perfectamente, y no me quedó ni el más mínimo problema de columna, habiéndola tenido fracturada en tres pedazos, y que lo digan los médicos si esto no es un milagro, porque una columna dañada no se arregla tan fácil. Entonces en la situación que estaba me fui a ver a mi hermana, esta estaba durmiendo, al llegar a ella se despertó diciendo: " ¡donde estamos, que pasa!, coordinaba perfectamente ella tenía la cabeza y los ojos tapados, tubo un momento de desespero por quitarse los vendajes, pero yo no le dejé.

El médico vino le quitó parte de los vendajes del ojo y ella empezó a llorar diciendo: " veo dos, veo dos " el médico admirado le preguntó: ! ¿ pero usted ve ? ella le contestó de nuevo que sí pero que veía dos, entonces se formó una pelotera se llamó a todo el mundo, enfermeros, médicos, porque veía con el ojo dañado. Después de tanto movimiento que duró casi tres horas, nos quedamos solos los carismáticos y le decíamos al señor: " Señor tu no haces nada a medias vamos a continuar orando", le imponíamos las manos y nos decíamos: " Ya se están juntando", y orábamos de nuevo, después le quitábamos las manos y nos decíamos " Ya están más cerquita ", y volvíamos a orar; hasta seis horas estuvimos orando y al cabo de este tiempo ella veía las imágenes perfectamente bien, y ahora mi hermana con el ojo malo que lo tenía miope antes, ve bien, y el otro ojo que quedó bueno después del accidente que era también malo sigue estando malo.

Mi hermana piensa, razona, y habla como otra persona normal. Después de esto los médicos decidieron salvarle la pierna que le quedó destrozada por la rueda que se escapó del coche en el accidente quedando todos los huesos del tobillo machucados. Le quitaron la escayola para operarla y le encuentran la pierna perfectamente , en las radiografías se veían todos los huesecitos reconstruidos milagrosamente , anteriormente el médico le había dicho que no andaría bien. Este sorprendido le cogió el pie le movió de un lado a otro viendo que estaba bien le preguntó. ¿puede usted caminar?. ella contestó: " ¡si ustedes me dejan!, y ella empezó a caminar y no sintió ningún dolor después de tanto tiempo sin caminar, y hay gente que puede dar testimonio, como el padre Lucas que la conoce muy bien, el padre Diego, etc. Mi hermana está normal y no hay razones médicas ni científicas de porqué ve, y como con un cerebro dañado mi hermana no tiene ni la mas mínima huella o traza de un accidente de semejante magnitud. Dios nos ama, y EL nos ama porque es amor y si lo hizo allá, lo puede hacer aquí, la oración que se hace para otra persona es una oración que Dios oye, y Dios se derrama hace derroche de su amor, y yo estoy seguro de que aquí va hacer maravillas en las almas y en los cuerpos, porque tu y yo vinimos con Hambre de llenarnos de Jesús de Nazaret, sea glorificado por encima de todos los seres y las cosas, y el Padre sea el Padre Dios, de nuestro Señor Jesucristo tuyo y mío y reine en España en cada uno de nosotros y en todo el mundo, hemos sido trasladados a su reino y ahora con nuestro corazón y nuestra boca vamos a dar gracias a Jesús, que así se ha manifestado en nosotros en muchos aspectos de nuestra vida. Amén.

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