La Acción del Espíitu Santo en María Santíma
1- INTRODUCCIÓN.
El ángel anunció a María que sería Madre del Mesías. A
la pregunta sobre cómo sucedería aquello, Gabriel responde: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1, 35).
Nunca entenderemos esta respuesta si no tenemos en cuenta lo que significa en el A. T. la sombra del Altísimo que desciende para habitar en medio de su pueblo. Para transmitirnos su mensaje, los autores del N. T. utilizan y las imágenes con las que están más familiarizados: las del A. T. Por eso hemos de estudiar juntas las unas y las otras.
2- EL SALUDO DEL ÁNGEL. LC. 1,28ss
a. ALEGRATE:
«Entrando donde ella, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). En griego hay varias formas de saludar. El evangelio, aquí, recoge ésta y no otra: «Jaire» («alégrate»). Los profetas insistieron en que, cuando llegue el Mesías, repartirá el Espíritu sobre todos; y esto será motivo de profunda alegría. Al dirigir el ángel estas palabras a María está haciendo referencia a los oráculos a la hija de Sión. Éstos son una continua invitación a la alegría, porque el Señor se hace presente para salvar:
«Alégrate y regocíjate, hija de Sión, porque yo vengo a habitar dentro de ti» ( Zac 2, 14);
«lanza gritos de júbilo, hija de Sión, alégrate... YHWH, Dios de Israel, está en medio de ti» (Sof 3, 14-18
Ver también Jl 2, 23-27; Zac 9, 9; Is 12, 6, etc.).
b. EL Señor esta Contigo:
A María, además de invitarla al gozo, se le dice: «el Señor está contigo». El motivo de su alegría ha de ser la presencia en ella del Dios Salvador. El texto hace referencia al cumplimiento en María de los anuncios mesiánicos realizados por los antiguos profetas.
c. Llena de Gracia:
Añade el ángel: «Kejaritomene» (llena de gracia). La traducción no es fácil, porque esta forma verbal en griego (participio perfecto) hace referencia a un estado que se posee porque se ha llegado a él, se ha alcanzado («llena de gracia porque te han llenado de gracia») que, además, es un pasivo teológico; es decir, no se dice el sujeto agente, pero queda supuesto que es Dios («llena de gracia porque has sido llenada de gracia por Dios»). De hecho, el ángel insistirá más adelante:
«has hallado gracia ante Dios; Dios te ha agraciado» (Lc 1, 30).
D. El E.S. la escoge y la acompaña.
María es, pues, la mujer que Dios escoge y prepara con su gracia, con su Espíritu, para una misión concreta: ser la madre de su Hijo. «Llenada de gracia por Dios» es el nombre con el que el ángel se dirige a María, así como Simón es llamado «Piedra» (Mt 16, 18) o Gedeón «Guerrero de valor» (Jc 6, 12).
El nombre que define a María es éste: «llenada de gracia por Dios»; preparada por Dios para realizar una misión. María ha sido llenada del Espíritu de Dios (la Gracia) para que pueda realizar lo que el ángel le anuncia.
Y continúa diciendo: «el Señor está contigo». Al saludo jubiloso (alégrate) y al nombre que la define (agraciada) sigue la presencia de Dios, garantizando la verdad de todo lo indicado: el Dios que la ha escogido, la acompaña. A lo largo de toda la historia de la salvación, Dios ha otorgado su Espíritu a los que debían realizar una misión en favor del pueblo. Lo mismo hace con María: el don del Espíritu la capacita para ser Madre del Señor y el mismo Espíritu realiza en ella la Encarnación.
3- LA PROMESA DEL ESPÍRITU, LA NUBE Y LA SOMBRA.
La primera palabra del ángel a María es una invitación a la alegría porque ha sido agraciada y porque el señor está en ella: «Alégrate agraciada, el Señor está contigo».
La segunda es una confirmación de lo anterior, una invitación a la confianza y una presentación del plan de Dios: «No temas, porque has sido agraciada por Dios; concebirás en tu seno...». La tercera es la explicación de cómo se realizará lo anunciado: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra».
Cuando Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, Dios acompañaba al pueblo en su caminar hacia la tierra prometida, haciéndose presente en una nube que les cubría con su sombra y les indicaba cuándo debían ponerse en camino y dónde establecer el campamento. Además, la nube descendía sobre el Arca de la Alianza, para indicar la presencia de la Gloria de Dios en medio del pueblo:
«La gloria de Dios descendió sobre el Sinaí y la nube lo cubrió durante seis días...» (Ex 24, 15-18);
«Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, porque la nube la cubría con su sombra y la gloria de Dios llenaba la Morada...» (Ex 40, 34-38);
«La nube cubrió la Morada...» (Nm 9, 15-23);
«La nube cubrió la Casa de YHWH y los sacerdotes no pudieron continuar en su servicio porque la gloria de YHWH llenaba el Templo» (1Re 8, 10-11 y 2 Cr 5, 14), etc.
Israel identificará esa presencia misteriosa de Dios en la nube, guiando al pueblo, con el Espíritu Santo. Cuando Isaías comenta el tema, dice: «El Espíritu del Señor los condujo» (63, 14). Todas estas ideas confluyen en María y la unión nube-Gloria-presencia de Dios-Espíritu Santo continuará a lo largo del Nuevo Testamento.
4- EL ESPÍRITU SANTO DESCIENDE PARA INAUGURAR UNA NUEVA PRESENCIA DE DIOS. (LA VISITA A SU PRIMA ISABEL)
Como Dios se hacía presente en el Santuario: «me harán un Santuario y habitaré entre ellos» (Ex 25, 8), descendiendo en la nube sobre el Arca de la Alianza (Ex 40, 34-35), Dios se hace presente ahora al descender el Espíritu sobre María, en la que se encarna el Hijo de Dios. Al ser Jesús el Dios-con-nosotros, la presencia definitiva de Dios entre los hombres, María se convierte en la Nueva Arca de la Nueva Alianza realizada en Cristo. Tema insinuado por San Lucas y abundantemente desarrollado por los Padres de la Iglesia (San Gregorio Nacianceno, especialmente).
En efecto, igual que se traslada el Arca desde Quiriat Yearín, en Galilea, a Jerusalén, hacia el año 1000 a. C., (2 Sam 6); al llegar la plenitud de los tiempos, realiza María prácticamente el mismo viaje desde Nazaret a las montañas de Judá (Eim Karim está tan cerca de Jerusalén que hoy es un barrio suyo). Ambos traslados son acompañados de reacciones paralelas: David dijo: «¿Cómo es posible que el Arca de mi Señor venga a mi casa?» (2 Sam 6, 9) e Isabel dijo: «¿Cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a mi casa?» (Lc 1, 43). David, lleno de alegría, saltaba delante del arca (2 Sam 6, 14) y Juan saltó lleno de alegría en el vientre de su madre, delante de María (Lc 1, 44).
Ante el saludo de María, Isabel siente como el niño «lleno del Espíritu desde el seno de su madre» (Lc 1, 15) salta de gozo en su vientre (Lc 1, 41). Ella misma se llena del Espíritu y ejerce una acción profética, aclamando a María y bendiciéndola por su fe (Lc 1, 42-45). El texto nos dice que lo hace «alzando la voz». Lo mismo se dice de los sacerdotes y cantores que oficiaban ante el arca (1 Cro 15, 28; 16, 4; 2 Cro 5, 13). A continuación, María también profetiza llena del Espíritu, entonando el magníficat (Lc 1, 46-55). Y lo mismo sucede con Zacarías que «lleno del Espíritu, profetizó diciendo: Bendito sea el Señor...» (Lc 1, 67-79).
Los dones del Mesías serán la alegría y el Espíritu, la alegría por haber recibido el Espíritu. Aún no ha nacido el Mesías, pero -ante la presencia de María, la llena del Espíritu, la preñada del Mesías- estos dones se reparten como un anticipo, una pregustación de lo que ha de suceder.
5- MARÍA EN PENTECOSTÉS.
Al principio, recibió el Espíritu de una manera individual, para realizar una misión personal, única e irrepetible. Ahora recibe el Espíritu en compañía de los otros creyentes, en comunión con ellos, para una nueva misión: la que Jesús mismo le ha encomendado en la cruz.
El Espíritu que desciende sobre María da unidad al origen de Jesús y al origen de la Iglesia. En el primer caso, el Espíritu actúa sobre María y la prepara para dar a luz al Mesías. Ahora, el Espíritu desciende sobre la Iglesia y la capacita para seguir haciendo presente a Jesús entre los hombres. Es lo que encontramos reflejado de nuevo en el Apocalipsis (12, 1-18): La mujer vestida de sol que ha de dar a luz a Cristo, entre las persecuciones y dificultades continuas. La Iglesia realiza continuamente el mismo gesto de María: fecundada por el Espíritu de su Señor, le hace presente en el mundo.
8- CONCLUSIÓN.
A la luz de los textos bíblicos, María se nos manifiesta como la mujer de fe, testimonio ante los hombres de lo que puede ser una vida humana abierta plenamente a la acción del Espíritu Santo, guiada por él. El Espíritu de Dios la ha preparado, capacitado para una misión y ella ha colaborado acogiendo libremente y realizando el proyecto de Dios con la ayuda del mismo Espíritu. Lo ha hecho de una manera tan plena, que se ha convertido en modelo de todos los creyentes y en figura de la Iglesia, que en cada generación, debe dejarse preparar, iluminar y guiar por el Espíritu Santo para hacer presente a Cristo entre los hombres.
El ángel anunció a María que sería Madre del Mesías. A
la pregunta sobre cómo sucedería aquello, Gabriel responde: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1, 35).
Nunca entenderemos esta respuesta si no tenemos en cuenta lo que significa en el A. T. la sombra del Altísimo que desciende para habitar en medio de su pueblo. Para transmitirnos su mensaje, los autores del N. T. utilizan y las imágenes con las que están más familiarizados: las del A. T. Por eso hemos de estudiar juntas las unas y las otras.
2- EL SALUDO DEL ÁNGEL. LC. 1,28ss
a. ALEGRATE:
«Entrando donde ella, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). En griego hay varias formas de saludar. El evangelio, aquí, recoge ésta y no otra: «Jaire» («alégrate»). Los profetas insistieron en que, cuando llegue el Mesías, repartirá el Espíritu sobre todos; y esto será motivo de profunda alegría. Al dirigir el ángel estas palabras a María está haciendo referencia a los oráculos a la hija de Sión. Éstos son una continua invitación a la alegría, porque el Señor se hace presente para salvar:
«Alégrate y regocíjate, hija de Sión, porque yo vengo a habitar dentro de ti» ( Zac 2, 14);
«lanza gritos de júbilo, hija de Sión, alégrate... YHWH, Dios de Israel, está en medio de ti» (Sof 3, 14-18
Ver también Jl 2, 23-27; Zac 9, 9; Is 12, 6, etc.).
b. EL Señor esta Contigo:
A María, además de invitarla al gozo, se le dice: «el Señor está contigo». El motivo de su alegría ha de ser la presencia en ella del Dios Salvador. El texto hace referencia al cumplimiento en María de los anuncios mesiánicos realizados por los antiguos profetas.
c. Llena de Gracia:
Añade el ángel: «Kejaritomene» (llena de gracia). La traducción no es fácil, porque esta forma verbal en griego (participio perfecto) hace referencia a un estado que se posee porque se ha llegado a él, se ha alcanzado («llena de gracia porque te han llenado de gracia») que, además, es un pasivo teológico; es decir, no se dice el sujeto agente, pero queda supuesto que es Dios («llena de gracia porque has sido llenada de gracia por Dios»). De hecho, el ángel insistirá más adelante:
«has hallado gracia ante Dios; Dios te ha agraciado» (Lc 1, 30).
D. El E.S. la escoge y la acompaña.
María es, pues, la mujer que Dios escoge y prepara con su gracia, con su Espíritu, para una misión concreta: ser la madre de su Hijo. «Llenada de gracia por Dios» es el nombre con el que el ángel se dirige a María, así como Simón es llamado «Piedra» (Mt 16, 18) o Gedeón «Guerrero de valor» (Jc 6, 12).
El nombre que define a María es éste: «llenada de gracia por Dios»; preparada por Dios para realizar una misión. María ha sido llenada del Espíritu de Dios (la Gracia) para que pueda realizar lo que el ángel le anuncia.
Y continúa diciendo: «el Señor está contigo». Al saludo jubiloso (alégrate) y al nombre que la define (agraciada) sigue la presencia de Dios, garantizando la verdad de todo lo indicado: el Dios que la ha escogido, la acompaña. A lo largo de toda la historia de la salvación, Dios ha otorgado su Espíritu a los que debían realizar una misión en favor del pueblo. Lo mismo hace con María: el don del Espíritu la capacita para ser Madre del Señor y el mismo Espíritu realiza en ella la Encarnación.
3- LA PROMESA DEL ESPÍRITU, LA NUBE Y LA SOMBRA.
La primera palabra del ángel a María es una invitación a la alegría porque ha sido agraciada y porque el señor está en ella: «Alégrate agraciada, el Señor está contigo».
La segunda es una confirmación de lo anterior, una invitación a la confianza y una presentación del plan de Dios: «No temas, porque has sido agraciada por Dios; concebirás en tu seno...». La tercera es la explicación de cómo se realizará lo anunciado: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra».
Cuando Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, Dios acompañaba al pueblo en su caminar hacia la tierra prometida, haciéndose presente en una nube que les cubría con su sombra y les indicaba cuándo debían ponerse en camino y dónde establecer el campamento. Además, la nube descendía sobre el Arca de la Alianza, para indicar la presencia de la Gloria de Dios en medio del pueblo:
«La gloria de Dios descendió sobre el Sinaí y la nube lo cubrió durante seis días...» (Ex 24, 15-18);
«Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, porque la nube la cubría con su sombra y la gloria de Dios llenaba la Morada...» (Ex 40, 34-38);
«La nube cubrió la Morada...» (Nm 9, 15-23);
«La nube cubrió la Casa de YHWH y los sacerdotes no pudieron continuar en su servicio porque la gloria de YHWH llenaba el Templo» (1Re 8, 10-11 y 2 Cr 5, 14), etc.
Israel identificará esa presencia misteriosa de Dios en la nube, guiando al pueblo, con el Espíritu Santo. Cuando Isaías comenta el tema, dice: «El Espíritu del Señor los condujo» (63, 14). Todas estas ideas confluyen en María y la unión nube-Gloria-presencia de Dios-Espíritu Santo continuará a lo largo del Nuevo Testamento.
4- EL ESPÍRITU SANTO DESCIENDE PARA INAUGURAR UNA NUEVA PRESENCIA DE DIOS. (LA VISITA A SU PRIMA ISABEL)
Como Dios se hacía presente en el Santuario: «me harán un Santuario y habitaré entre ellos» (Ex 25, 8), descendiendo en la nube sobre el Arca de la Alianza (Ex 40, 34-35), Dios se hace presente ahora al descender el Espíritu sobre María, en la que se encarna el Hijo de Dios. Al ser Jesús el Dios-con-nosotros, la presencia definitiva de Dios entre los hombres, María se convierte en la Nueva Arca de la Nueva Alianza realizada en Cristo. Tema insinuado por San Lucas y abundantemente desarrollado por los Padres de la Iglesia (San Gregorio Nacianceno, especialmente).
En efecto, igual que se traslada el Arca desde Quiriat Yearín, en Galilea, a Jerusalén, hacia el año 1000 a. C., (2 Sam 6); al llegar la plenitud de los tiempos, realiza María prácticamente el mismo viaje desde Nazaret a las montañas de Judá (Eim Karim está tan cerca de Jerusalén que hoy es un barrio suyo). Ambos traslados son acompañados de reacciones paralelas: David dijo: «¿Cómo es posible que el Arca de mi Señor venga a mi casa?» (2 Sam 6, 9) e Isabel dijo: «¿Cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a mi casa?» (Lc 1, 43). David, lleno de alegría, saltaba delante del arca (2 Sam 6, 14) y Juan saltó lleno de alegría en el vientre de su madre, delante de María (Lc 1, 44).
Ante el saludo de María, Isabel siente como el niño «lleno del Espíritu desde el seno de su madre» (Lc 1, 15) salta de gozo en su vientre (Lc 1, 41). Ella misma se llena del Espíritu y ejerce una acción profética, aclamando a María y bendiciéndola por su fe (Lc 1, 42-45). El texto nos dice que lo hace «alzando la voz». Lo mismo se dice de los sacerdotes y cantores que oficiaban ante el arca (1 Cro 15, 28; 16, 4; 2 Cro 5, 13). A continuación, María también profetiza llena del Espíritu, entonando el magníficat (Lc 1, 46-55). Y lo mismo sucede con Zacarías que «lleno del Espíritu, profetizó diciendo: Bendito sea el Señor...» (Lc 1, 67-79).
Los dones del Mesías serán la alegría y el Espíritu, la alegría por haber recibido el Espíritu. Aún no ha nacido el Mesías, pero -ante la presencia de María, la llena del Espíritu, la preñada del Mesías- estos dones se reparten como un anticipo, una pregustación de lo que ha de suceder.
5- MARÍA EN PENTECOSTÉS.
Al principio, recibió el Espíritu de una manera individual, para realizar una misión personal, única e irrepetible. Ahora recibe el Espíritu en compañía de los otros creyentes, en comunión con ellos, para una nueva misión: la que Jesús mismo le ha encomendado en la cruz.
El Espíritu que desciende sobre María da unidad al origen de Jesús y al origen de la Iglesia. En el primer caso, el Espíritu actúa sobre María y la prepara para dar a luz al Mesías. Ahora, el Espíritu desciende sobre la Iglesia y la capacita para seguir haciendo presente a Jesús entre los hombres. Es lo que encontramos reflejado de nuevo en el Apocalipsis (12, 1-18): La mujer vestida de sol que ha de dar a luz a Cristo, entre las persecuciones y dificultades continuas. La Iglesia realiza continuamente el mismo gesto de María: fecundada por el Espíritu de su Señor, le hace presente en el mundo.
8- CONCLUSIÓN.
A la luz de los textos bíblicos, María se nos manifiesta como la mujer de fe, testimonio ante los hombres de lo que puede ser una vida humana abierta plenamente a la acción del Espíritu Santo, guiada por él. El Espíritu de Dios la ha preparado, capacitado para una misión y ella ha colaborado acogiendo libremente y realizando el proyecto de Dios con la ayuda del mismo Espíritu. Lo ha hecho de una manera tan plena, que se ha convertido en modelo de todos los creyentes y en figura de la Iglesia, que en cada generación, debe dejarse preparar, iluminar y guiar por el Espíritu Santo para hacer presente a Cristo entre los hombres.